RINCÓN CULTURAL
Historia de Lebrija
Lebrija
ha sido a lo largo de su historia escenario ininterrumpido de asentamientos
humanos lo que la caracteriza como uno de los lugares más interesantes de la Baja Andalucía,
desde el punto de vista arqueológico y etnográfico. Debido a ello puede
afirmarse que el conjunto del Cerro del Castillo es un inmenso tell o montículo
artificial producido por los sucesivos asentamientos que han elevado la cota
original del terreno.
Período Prerromano
Las
Marismas del Guadalquivir constituían un amplio y poco profundo estuario o
golfo marino al que los romanos denominaron lago Ligustino. Lo que hoy es el
borde marismeño formaba entonces una costa viva con numerosas
interpenetraciones. La vida se realizaba de cara a la marisma en tanto que ésta
era la principal fuente de recursos y, lo que es más importante, la gran vía de
comunicación, comercio e influencias culturales.
Las
fértiles tierras del borde marismeño desarrollaron una rica agricultura como lo
prueban las abundantes herramientas encontradas y la presencia de silos para
guardar el grano. También tuvieron su importancia el pastoreo, la caza y la
pesca.
Los
primeros asentamientos en Lebrija se remontan al Neolítico y ocupaban el actual
Cerro del Castillo y sus laderas. En la
Edad del Bronce desciende el nivel de las aguas dejando al
descubierto, incluso en pleamar, algunas zonas y las Marismas quedan
convertidas en una laguna litoral de poco fondo. La llegada de los fenicios
marca la época de la mítica Tartessos. Las bases de la economía experimentan
una particular activación. Se introduce el cultivo de la vid y el olivo, junto
con nuevas técnicas y aperos. La ganadería es, sobre todo, vacuna. Aparecen los
talleres de conservación y salazón de pescados y la orfebrería alcanza su
cumbre.
Período Romano
Los
viajeros más antiguos citan como ciudades importantes a centros comerciales
como Asta (Mesas de Hasta) y Nabrissa (Lebrija) las cuales se beneficiaron
enormemente del dominio romano aprovechando la ventaja de disponer de puertos
interiores bien abrigados y vías comerciales seguras.
La
explotación de la campiña se estructura en “villae” destacando la importante
producción de aceite, vino y derivados del mar que se exportaban directamente a
Roma. A lo largo del siglo III, coincidiendo con la crisis del Imperio Romano,
desaparece el comercio y se vive un repliegue hacia el interior que alcanzará
su más alta expresión en época visigoda. Las condiciones de seguridad interior
del Imperio obligan a amurallar la ciudad que se había desplazado hacia el este
del Cerro del Castillo.
Período Medieval
A partir del
siglo VI desaparece la posibilidad de navegación costera, ya que el lago
Ligustino de los romanos se vio convertido en un conjunto de marismas,
inundadas sólo parcial o temporalmente y cuyo contacto con el mar abierto se
fue haciendo cada vez más precario. Con la aparición del dominio musulmán y perdida
ya su condición portuaria, Lebrija pasa a ser una ciudad media que vive de la
explotación agraria de su rica campiña y conserva un importante valor
estratégico para el control y defensa del estuario del Guadalquivir. Por ello
se construye un castillo en el cerro de su nombre que, unido a la muralla de la
ciudad, pasará a cumplir las funciones de alcázar como en otras ciudades
hispano-musulmanas.
Lebrija es conquistada para los castellanos por Fernando III y su carácter de plaza fuerte se hizo valer frente a las continuas incursiones árabes e incluso portuguesas hasta finales del siglo XIV. Al desaparecer el peligro de invasiones, la ciudad se expande fuera del recinto amurallado.
Lebrija es conquistada para los castellanos por Fernando III y su carácter de plaza fuerte se hizo valer frente a las continuas incursiones árabes e incluso portuguesas hasta finales del siglo XIV. Al desaparecer el peligro de invasiones, la ciudad se expande fuera del recinto amurallado.
Antiguo Régimen
Durante los
siglos XVI y XVII, Lebrija se mantiene en una situación estable, con una
población en torno a los seis mil habitantes, que viven del campo y de cierta
participación en el comercio de las Indias a través, fundamentalmente, del
puerto de Cádiz. En el siglo XVIII Lebrija conoce un nuevo esplendor al desarrollarse
enormemente el comercio de exportación a América del aceite de oliva. Es
entonces cuando se dispara la producción aceitera de la campiña y se construyen
las haciendas olivareras.
Período Moderno
La Guerra de la Independencia y la pérdida de las colonias dan al
traste con esta etapa de auge y la ciudad entra en un período de moderado pero
constante crecimiento, pasando la población de 6.200 habitantes en 1850 a 12.000 habitantes en
1920 y 18.300 habitantes en 1980. El conjunto del término llegaba en ese último
año a los 26.000 habitantes incluyendo el núcleo del El Cuervo, cuya formación
como casco urbano se produce a partir de 1950, y la población de las áreas no
urbanas.